jueves, 12 de septiembre de 2013

¿Y qué sigue?

Y entonces ¿qué sigue después del Spagetthi dinner que tuvimos la semana pasada? ¿Qué hay que hacer en nuestra comunidad parroquial? Estas son unas buenas preguntas. El evento fue una buena actividad en la parroquia, muchas personas nos dieron su tiempo y su esfuerzo y yo, el párroco, estoy muy agradecido. En alguna conversación en esos días surgió otra pregunta importante: ¿es necesario estar registrado en la parroquia para formar parte de la comunidad? ¿Qué es lo que da a una persona o a una familia la pertenencia a una parroquia? ¿Es acaso un papel, o una forma de registro lo que nos hace miembros de la comunidad? ¡No! La pertenencia a una parroquia nos la da el sacramento del bautismo. Por el bautismo somos miembros de la Iglesia católica y formamos parte del Cuerpo místico de Cristo. La forma de registro es un trámite, digamos, meramente administrativo, algo le ayuda al párroco a saber cuántas personas tiene en su parroquia para poder planear mejor las actividades de la parroquia. El formar parte de una parroquia va mucho más allá de un papel o de una forma de registro. La pertenencia a una parroquia se da cuando hay una comunión en la fe, en la piedad, en la oración, en el servicio a los demás. La pertenencia a una parroquia empieza a existir cuando unos a otros nos perdonamos los errores y buscamos vivir con caridad y amor. La pertenencia a la parroquia empieza cuando nosotros buscamos la gloria de Dios y lo adoramos en la persona de Jesucristo, cuando, de hecho, Jesucristo mismo es el centro de la vida parroquial Entonces, ¿es importante o no es importante registrarse en la parroquia? ¡Claro que es importante! Pero no nos quedemos anclados en un papel o en un sobre; no nos quedemos atrapados en una lista de teléfonos o en una colaboración económica. La pertenencia a la parroquia va mucho más allá. De la misma forma que nuestro certificado de bautismo no es lo que nos da nuestra identidad como católicos, el registro de la parroquia no nos da nuestro sentido de pertenencia, es el bien común que juntos buscamos lo que nos hace hermanos y hermanas en el Señor. Este fin de semana, yo te invito, querido hermano, querida hermana, al examen de conciencia: Juntos pensemos qué tan comprometidos estamos en la parroquia, qué tanto servicio brindamos a los demás. En menos palabras: qué tan fuerte es nuestro deseo de construir una comunidad parroquial ■ P. Agustín, párroco.

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