Queridos hermanos en el Señor, este fin de semana es
oportuno y adecuado para hablar de fariseos y publicanos, de pecadores y
apariencias. Vamos a decir la verdad: los fariseos tienen una mala reputación,
es decir, siempre a la defensiva, siempre lanzando un montón de preguntas
difíciles al señor, sin embargo muchos eran gente decente: Nicodemo era un
fariseo. San Pablo era un fariseo y estaba orgulloso de ello. El fariseo del
que oiremos en el evangelio de hoy es una verdadera "persona
difícil": no reza, solo habla consigo mismo: “Te agradezco Señor que yo
soy, no como el resto de personas. Ladrones, injustos, adúlteros....”,
demasiado bueno para ser verdad, ¡sin defectos! Sin embargo con su actitud revela
lo que es por dentro: Vanidoso, criticón y con un gran desprecio hacia los
demás. El otro hombre consciente de que está contaminado por el pecado, lo sabe
y lo dice y habla con Dios e invoca su perdón. En La Lista de Schindler, la
gran película, se cuenta la historia de un hombre de negocios alemán un poco
pícaro pero que puso toda su energía en salvar judíos de los campos de
exterminio. Hay un incidente impresionante en el libro que inspiró ésta
película. Cuando Alemania ocupada Polonia, la Gestapo rodeó la sinagoga Stara
Boznica, la sinagoga más antigua de Varsovia. Allí encontraron a un grupo de
judíos ortodoxos, hombres buenos. Entre
ellos estaba Max Redlicht, un judío de nacimiento pero que había dejado de
practicar, una figura en el mundo subterráneo de Varsovia. Los nazis
abrieron el arca que albergaba los
rollos sagrados de la Torá y los pusieron en el suelo, ordenando a los que
estaban ahí que desfilaran por delante y escupieran sobre los libros sagrados o
de lo contrario pagarían con su vida. Al final todos lo hicieron, excepto Max
Redlicht. Cuando llegó su turno, se acercó y dijo: “No. No voy a hacer esto; he
hecho muchas cosas en mi vida, pero no voy a hacer esto”. El oficial nazi le
disparó y luego quemaron la sinagoga... ¿A quién nos identificamos? ¿Con el
pecador en el Evangelio, con Max Redlicht el notorio criminal, con Oskar
Schindler, el empresario deshonesto, o con el fariseo autosuficiente? Meditemos
un momento en éste fin de semana y terminemos nuestra oración con un acto de
contrición profundo y sincero ■ P. Agustín
No hay comentarios:
Publicar un comentario